“Diseño y Desarrollo Regenerativo – Principios y Prácticas más allá de la sostenibilidad”

por Holger Hieronimi (octubre 2023) – articulo en PDF

Los grandes problemas del mundo son el resultado de la diferencia entre la forma como funciona la naturaleza y la forma como piensa la gente.
~ Gregory Bateson

La manera como pensamos determina lo que vemos, a qué prestamos atención, cómo entendemos, las decisiones que tomamos y las acciones que emprendemos. Para la mayoría de nosotros, la mayor parte del tiempo, el pensamiento funciona de forma prácticamente invisible. Apenas nos damos cuenta del modo en que hemos sido entrenados para razonar y hacer inferencias. Podemos ver los productos de nuestro pensamiento -los pensamientos que generamos, las acciones que emprendemos-, pero no vemos de dónde vienen.

Figura 1 : modelo “iceberg” (montaña de hielo)

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El modelo “iceberg” ilustra este fenómeno: Lo que es visible en el mundo, las acciones que realizamos al nivel individual y colectivo, surgen y se fundamentan en lo que NO se ve: normas, teorías e ideologías, valores, paradigmas, cosmovisiones… – Difícilmente podemos comprender los eventos que están sucediendo, sin revisar los patrones de comportamiento, la estructura del sistema y en última instancia los modelos y marcos mentales. Este modelo se puede aplicar desde la escala personal hasta la de un grupo & incluso de una sociedad.

Los pensamientos de nuestra cultura son el producto de modelos y marcos mentales que introyectamos en nuestras familias, escuelas o entornos laborales. La mayoría se adoptaron sin examinarlos y son invisibles para nosotros. Todos pensamos con marcos en nuestra mente, aunque no siempre seamos conscientes de ello. Estos marcos organizan la información para dar orden y significado a lo que experimentamos. Una vez que un marco está arraigado en la mente, organiza las cosas de forma natural, lo que nos lleva a ver unas cosas y no otras. Por ejemplo, los marcos arraigados durante los cuatro siglos de la Era Industrial siguen ejerciendo una influencia invisible en las culturas de todo el mundo, lo que lleva a una tendencia inconsciente a hablar de los ecosistemas, las comunidades e incluso los cuerpos y las mentes humanas como si fueran máquinas. Esto es la expresión del paradigma del mundo máquina, que ha sido uno de los pilares de la revolución industrial y del mundo moderno. Conceptos y palabras novedosos, como “sostenibilidad” y “regeneración”, pueden quedarse sin mucho efecto en nuestro actuar, mientras no revisamos los marcos mentales subyacentes. Sin este proceso nos llevan a repetir los viejos patrones degenerativos, pero con nuevas palabras y un nuevo discurso

Los conceptos “sostenibilidad “ y “desarrollo sostenible”, emergieron en el mundo afluente a principios de los años 70. A partir de la cumbre mundial de Rio de Janeiro en 1992, entraron al diccionario común, también en Latinoamérica. Durante los años noventa, varios pioneros en pensamiento y acción sostenible, dieron nota de las limitaciones de este concepto, que aun reflejaba mucho del pensamiento lineal-causal que se apoyaba en el paradigma mecanicista.

A principios de los años 2000, el grupo Regenesis1 introdujo la palabra “Desarrollo Regenerativo”, un enfoque de sistemas integrales que asocia a las personas con sus lugares, trabajando para que tanto las personas como la naturaleza sean más fuertes, más vibrantes y más resilientes

Figura : adaptado de Bill Reed (2006) por Daniel Christian Wahl (2016)- fuente: Daniel Christian Wahl: “Diseñando Culturas Regenerativas” 2021, Ecohabitar

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Desarrollo (inglés: development) es el proceso continuo y consciente de “develar” o revelar la verdadera naturaleza y esencia de las cosas. Requiere ver el potencial que existe en una entidad o actividad y, a continuación, convertirlo en una fuente de valor de orden superior o capacidad de generación de valor.
Regeneración se refiere a un proceso que da nueva vida o energía a algo que ha perdido su vitalidad física o su significado.
Desarrollo regenerativo trabaja sobre el potencial de manera que crea una mayor vitalidad, una nueva fuente de vida que aporta nueva energía y espíritu y produce un campo energético dentro del cual puede nutrirse un proceso de mejora continua y evolución de los sistemas vivos hacia expresiones de cada vez más diversidad y complejidad.

El marco del diseño regenerativo deja un poco más claro, cómo el desarrollo regenerativo se distingue, desde su conceptualización hasta las prácticas asociadas, de otras maneras de concebir y planear proyectos y emprendimientos.

El desarrollo regenerativo consiste en aprovechar el potencial, nacido de la crisis, para transformar nuestro papel como diseñadores, planificadores, constructores y ciudadanos. En concreto trata de aprender cómo, en un mundo cada vez más impredecible, podemos hacer que los lugares donde vivimos y trabajamos prosperen, no sólo que mantengan un equilibrio precario (sostenibilidad).

Quienes practicamos el desarrollo regenerativo creemos que no basta con aspirar a mitigar los efectos de la actividad humana. Las personas tienen que volver a ocupar su lugar como parte de la naturaleza. Desde esta perspectiva, el desarrollo regenerativo significa armonizar las actividades humanas con la continua regeneración de la vida en nuestro planeta, incluso mientras seguimos desarrollando nuestro potencial como seres humanos.

El desarrollo regenerativo trata de invertir la degeneración de los ecosistemas causada por las actividades humanas. También trata de diseñar un entorno construido y unos sistemas humanos que puedan coevolucionar con los sistemas naturales. De este modo, aumenta la expresión global y la resiliencia de la vida.

El desarrollo regenerativo se basa en una profunda comprensión de la naturaleza integral e interdependiente de los sistemas vivos -sociales y bióticos- y del proceso complejo y emergente por el que co-evolucionan. Se inspira en las capacidades de autocuración y auto-organización de la naturaleza y trabaja para restablecerlas cuando faltan o están alteradas, ya sea en sistemas ecológicos o humanos.

Las metodologías de desarrollo regenerativo evolucionaron -y siguen evolucionando- a partir de la convergencia de una amplia gama de disciplinas: desde la arquitectura, la arquitectura paisajística y la planificación hasta la ecología del paisaje, la geohidrología y la permacultura, pasando por la teoría de los sistemas vivos y la psicología del desarrollo.

El desarrollo regenerativo trabaja en la intersección de la comprensión y la intención. Permite a las personas comprenderse a sí mismas y a los lugares donde viven como sistemas vivos complejos y en evolución. A continuación, crea la voluntad política y las capacidades de pensamiento sistémico necesarias para diseñar y crear nuevas formas de vida en armonía con esos sistemas vivos.

Se puede imaginar el trabajo de un Profesional regenerativo en torno a una tétrada que representa cuatro dimensiones interrelacionadas del proceso de desarrollo regenerativo. La tétrada del desarrollo regenerativo se destiló en el transcurso de muchos años de observación y trabajo en proyectos reales. Se trata de un instrumento para comprender, diseñar y crear capacidad en materia de desarrollo regenerativo. Examina cómo funciona el desarrollo regenerativo como proceso o actividad que añade valor.

En la tétrada del Practicante Regenerativo, partimos del “potencial de origen local“. El potencial de origen local tiene que ver con lo que hace que un lugar sea único y con el valor que esta singularidad puede aportar al mundo. Comenzamos cualquier proyecto o iniciativa preguntándonos: “¿Cuál es el potencial inherente a este lugar en el que estamos trabajando?”. Responder a esta pregunta permite crear proyectos con efectos sistémicos beneficiosos y de gran alcance. Tanto si se trata de un solo edificio como de un paisaje, de toda una nueva comunidad o de una iniciativa de planificación regional, partir del potencial único del lugar lo sitúa en posición de convertirse en una fuerza regeneradora y de afirmación de la vida.

Figura : La tétrada del desarrollo regenerativo – fuente: regenesisgroup.com

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Cuando una comunidad es capaz de aprovechar y potenciar lo que la hace única en el mundo, es capaz de ofrecer algo distintivo que nadie más puede ofrecer. Las ofertas genéricas producen resultados con un potencial relativamente bajo que tienden a agotarse con el tiempo.

Pasemos a la capacidad regenerativa, a la derecha de la tétrada. Se trata de crear nuevas capacidades generadoras de valor (y no sólo cosas nuevas) en cualquier sistema en el que trabajemos. Cuando se crean nuevas capacidades, el sistema -ya sea una cuenca hidrográfica, una comunidad o una organización- asciende a una nueva plataforma desde la que puede perseguir fines totalmente nuevos. Es un poco como el viejo adagio de enseñar a un hombre a pescar en vez de darle un pez: estás creando capacidades. En el caso de la práctica regenerativa, trabajamos para ayudar a las comunidades a desarrollar capacidades muy elevadas. En lugar de enseñar a la gente a pescar, ayudamos a aprender a mejorar la salud y la productividad de sus pesquerías. En otras palabras, tratamos de transformar las comunidades humanas en habilitadores de sistemas vivos.

El mutualismo co-evolutivo, tiene que ver con las muchas estrategias creativas y recíprocamente beneficiosas que pueden reunir un proyecto, una comunidad y un lugar como co-creadores, haciéndolos avanzar individual y colectivamente hacia una expresión superior de su potencial. Nos preguntamos: “¿Cuál es el medio adecuado para implicar a este conjunto concreto de actores? ¿A través de asociaciones público-privadas? ¿Con la participación de los niños y sus familias? ¿Es a través de campañas educativas o concursos de mejora de la comunidad o formando alianzas empresariales?”. Cualquiera de estos medios, si se diseña bien, puede ser una forma de impulsar un proyecto para que desarrolle la capacidad regenerativa de un lugar.

La vocación de lugar, nos invita a pensar profundamente en la contribución única que requiere el lugar donde trabajamos. La vocación sitúa la idea del potencial del lugar dentro de un contexto regional o sistémico más amplio, dando a las comunidades su sentido de finalidad e identidad y asegurando su viabilidad económica. El objetivo de un proyecto regenerativo es una nueva capacidad regenerativa dentro de un sistema. Por lo tanto, la dirección en la que medimos nuestras acciones tiene que ver con una comprensión profunda de la dirección que esa nueva capacidad pretende permitir seguir a una entidad.

Holger Hieronimi, Octubre 2023


Recursos relacionados y bibliografia recomendada:

Pamela Mang, Ben Haggard, Regenesis: “Regenerative Development and Design” (2016, Wiley)

Daniel Christian Wahl: “Diseñando Culturas Regenerativas” (2021, Ecohabitar)

Carol Sanford: “The Regenerative Business – Redesign work, cultivate human potential, achieve extraordinary outcomes” (2017, Nicolas Brealey Publishing)

Carol Sanford: “The Regenerative Life – Transform any Organization, our society and your own destiny” (2020, Nicolas Brealey Publishing)

https://regenesisgroup.com/


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